En la primera jornada del 1er. Congreso Departamental de Deporte, Fernando Carlomagno y su hijo «Pipo» dieron una hermosa lección de vida/charla sobre el pasado, presente y futuro del deporte paralímpico. Ambos nadadores paralímpicos, Fernando (h) participó de los recientes JJ.OO. en París, donde no logró medalla como en Tokio 2020 pero igualmente reconoció la experiencia como «maravillosa».

Los Carlomagno tras su charla en el Congreso, dialogando con la subsecretaria provincial de Personas con Discapacidad, Florencia Ottolini.

Tras su mano a mano con los presentes, Fernando padre detalló que «la idea era fue el embeber un poco a los profes y futuros profes de lo que realmente es el deporte paralímpico, que va más allá del respeto, de la admiración, y que pasa por una cuestión de, cuando se hace con nivel, tiene que tener el mismo valor y la misma categoría que el deporte olímpico».

  • Siempre nos preguntamos cuándo vamos a ver los deportes paralímpicos también completos en la tele…
  • (Fernando p) Y, cuando no exista la viveza criolla y se cumplan las normas que nos mandan desde afuera.
  • En su caso, ¿cuándo empezó a hacer deporte?
  • Es interesante, es largo…. El punto es que durante mi adolescencia yo hubiera querido ser futbolista. Hoy adolescente yo podría hacer fútbol específico para la parálisis cerebral, pero yo no hice actividad física durante mi secundaria. Entonces me dediqué a cantar, a estudiar música, a tocar el piano. Y es necesaria la educación física, es más que necesaria. Empecé de grande y por eso mis logros se limitaron mucho. Empezar a nadar a los 26, 27 años, que no es lo mismo que empezar como Pipo a los 2 años. Yo corrí el Panamericano en el ’95: yo terminaba de entrar en calor y Pipo ya se me colgaba del cuello y hacíamos unos largos en la pileta en Mar del Plata. Empecé de grande y eso me impidió en muchos momentos de mi vida, tener la seguridad que hoy tengo en mi ciudad.
  • Tu papá dice que a los 2 años vos ya estabas en la pileta, y hoy llevás una remera de los Juegos Olímpicos y eso dice muchísimo…
  • Sí, la verdad que sí… Tuve mucha suerte de haber nacido en la ciudad de Rosario, en una familia que estaba embebida de lo que es el deporte paralímpico. La realidad es que no es tan popular ni tan conocido, por eso te digo que fui un afortunado, porque nací en una década en la cual la discapacidad estaba mucho más aceptada. Nací en un entorno muy favorable, con una profe de Educación física y trabajando con deporte adaptado. Un padre con discapacidad que lo vivió con muchas más dificultades sociales, no personales, pero donde yo pude arrancar a muy temprana edad… También hice un montonazo de deportes, y en la mayoría era muy malo: hice fútbol, básquet, voley, muchísimos, y eso me ayudó también a disfrutar del deporte. Entender que no se trataba solamente de ganar, sino también de poder jugar y crecer. Y sí, la remera que tengo es de los Juegos Paralímpicos, que fueron mis terceros ahora en París… Fue increíble, magnífico. Tengo un amigo que decía que en el deporte, vos te recibís cuando vas a un Juego Olímpico. Creo que hay mucha gente que queda en el camino y también es deportista, entonces esto es como un hito en tu vida, es un antes y un después, es haber conseguido algo grande. Es el sueño de todo deportista amateur poder llegar, ver de qué se trata y poder cruzarte con fenómenos que solamente podés admirar por televisión.
  • Ahora, llegar a un Juego Olímpico lleva mucho entrenamiento y esfuerzo… ¿Cómo es tu día?
  • Bueno, ahora que vuelvo de París, es un proceso de descarga. Pero estuve entrenando ocho turnos por semana más o menos, con alrededor de 5.000, 6.000, 7.000 metros por turno, más gimnasio, más preparación física, más nutricionista. La verdad que es todo un proceso.
  • Y como padre, cómo se vive este proceso?
  • Y… lo vivo retando (risas). ¿Por qué no fuiste a la pileta hoy? es lo más común que me escuchen decir. Pero no, lo máximo que aspiramos en la vida es ver a nuestros hijos felices, y yo lo veo feliz con su mujer, con su nena y con su vida en general, y con eso me basta.
  • ¿Un mensaje final para los que lean la nota?
  • (Fernando padre) Obvio, «te mataba» si no me dejabas decirlo… No existe edad que impida realizar deporte. No existe discapacidad que impida realizar deporte. Porque uno dice «este loco tiene problemas en las piernas pero sus brazos están bien», y no, hasta los discapacitados más severos pueden hacer una cantidad de deportes impresionantes. Solamente tener en cuenta, en el caso de las discapacidades progresivas, el apto médico, que es fundamental. Pero no hay discapacidad que impida hacer deporte de alto rendimiento.
  • ¿Y en tu caso?
  • (Fernando hijo) Que hay que disfrutar del proceso. Obviamente quiero invitar a todos a que realicen deporte, que es magnífico, que es una herramienta transformadora de vidas y en las personas con discapacidad más aún. Invito a los profes, que por ahí no saben muy bien de qué se trata, a no tener temor, a informarse, a acercarse: mi papá contaba que en su educación secundaria estaba eximido de la educación física y en mi caso fue muy diferente. Yo fui a un colegio técnico en el cual la educación física se tenía que hacer sí o sí, me obligaron a hacer el test de Cooper, por más que mucho no llegara, me exigían en cuanto a la progresión. Entonces siempre se puede hacer actividad física y siempre se puede adaptar: es fundamental no dejar afuera personas de algo tan maravilloso como es el deporte.